Machi Martín, la discreta empresaria que lleva a la jet en sus aviones de lujo

Cuando un nuevo, jovencísimo motorista comienza a despuntar en su deporte, todos sabemos que casi con total certeza detrás de él hay un padre aficionadísimo a las motos. Por eso, cuando leo en su web que María Jesús, ‘Machi’ Martín, propietaria de una empresa de jets privados, una de las pocas mujeres que en España practica el vuelo acrobático, bróker de inversiones, empezó a volar a los 16 años, concluyo que la afición por los gigantes mecánicos alados le viene de una familia enganchada a las nubes y me la juego.

Pues no. “Para nada”, de hecho, me aclara. “Mis primeros recuerdos de pequeñita son buscando aviones por el cielo o imitando un avión con los brazos abiertos. Pero nadie en mi familia ha tenido nunca interés por el tema, más bien todo lo contrario, ¡miedo a volar!”.

Ella está claro que no. De hecho, desde que se formó como piloto cada vez ha volado más alto, sin nada que aparentemente la frene. Las dificultades más bien la han impulsado hacia arriba, sin metáforas aquí: “Mis ‘coqueteos’ con la acrobacia llegaron en un momento muy especial. Mi marido había fallecido de una enfermedad muy dura hacía poco. Yo era muy joven, mis tres niños eran pequeñitos y mis circunstancias y entorno difíciles. Debía ponerme yo ‘la mascara de oxigeno’ para tener aire y poder ponérsela después a mis hijos, como te explican en las demos de los aviones”. Así que, pensando en algo que pudiera darle ese ‘oxígeno’ se le ocurrió “probar prácticamente lo único que no había hecho con un avión: “Volar con la cabecita abajo y los piececitos arriba. Te horroriza o te engancha”.

Lo que ocurre en el jet se queda en el jet

Cabeza arriba y cabeza abajo, Machi Martín gobierna hoy la empresa Machi & The Jets,una ’boutique de jets privados’ como se autodenomina la empresa, que te permite comprarte uno, en plan ‘Succession’ (qué maravilla discutir con tu familia mientras sobrevuelas Manhattan bebiendo champán) o contratarlo para hacer un viaje con amigos, que tú dirás: “Esto debe de ser ‘carisísimo'”. Pues sorprendentemente, no. A ver, caro sí, no nos engañemos, ‘ísimo’ no. Un ejemplo: volar seis personas desde Barcelona a Ibiza, en un Beechjet 400a, cuesta a día de hoy 2.750 euros, 458,3 euros por cabeza. Un capricho, sí, pero sneakers más caras hemos visto (sin ir más lejos, las Louboutin Loubishark cuestan 585 euros. Te pisa alguien y te lo comes).

Antes de preguntarle a esta emprendedora singular por el ‘truco’ de su éxito (que al final es lo que todas queremos saber para copiárselo) me permito volver sobre ‘Succession’ con una pregunta mitómana que me corroe la imaginación: ¿en los jets privados pasan cosas como en la ficción? ¿Reuniones políticas de alto nivel? ¿Compraventa de compañías? ¿Sobornos vergonzantes? ¿Peleas familiares por la herencia?

“En los jets privados de Machi & The Jets ‘nunca pasa nada'”, (oooohhh). “Quiero decir que quién viaja, adónde, para qué y lo que pasa en el avión son cosas que incumben al cliente y solo a él. La confidencialidad es clave en este trabajo”, explica la empresaria. “Pero sí te puedo decir que tengo mucha suerte. A mí solo me llegan clientes maravillosos. Muy exigentes muchas veces, pero al fin y al cabo exigen por el servicio exclusivo que están contratando. Y del cumplimiento de sus exigencias Machi & The Jets forja su reputación, ¡así que agradecidos!”.

Ok, los clientes no pertenecen a la familia Roy, qué suerte, pero… ¿qué lleva a una bróker de inversiones (es verdad que sobre todo especializada en el sector aéreo, pero ‘not only’) a decirse a sí misma: “Voy a montar una empresa de jets privados”? Porque no parece lo mismo que plantearse “voy a montar una mercería”, “voy a abrir una clínica veterinaria”, “voy a abrir una clínica de proctología”. Pues, entre otros factores, el coronavirus: “Estaba encerrada en casa por el confinamiento y subiéndome por las paredes. Llevé fatal el encierro porque no va con mi personalidad”.

Cuando la oportunidad llama a tu cerebro…

No habían pasado ni 24 horas desde que empezara el confinamiento, el 15 de marzo de 2020, y la cabeza de Machi Marín ya echaba humo. Un humo que resultó ser muy productivo. “Viendo lo que estaba ocurriendo, empecé a hacer proyectos y plantearme el escenario de la aviación. Tuve claro que aquel iba a ser un momento en que la aviación corporativa (jets privados) iba a tener gran auge. Así que decidí volcarme de lleno en eso, uniendo mi parte técnica como piloto con mi parte empresarial, ya que previamente había fundado e invertido en diferentes empresas tanto a nivel nacional como internacional”, explica.

La visión de Machi Marín fue proverbial. La escasez de vuelos y destinos directos que se nos venía encima por la crisis del sector a causa del Covid “animaría a personas que pudieran permitírselo, pero antes lo consideraran un gasto excesivo, volar en jet privado”. Y funcionó. Los primeros clientes llegaron de su propio entorno profesional, y a golpe de prestigio, explica, los que vinieron detrás llegaron casi en su totalidad “por recomendación”.

 

¿Y qué pasa con el futuro? ¿Hacia dónde va la empresa?
Soy una persona muy realista y conozco bien mis aptitudes y limitaciones. Tal como está Machi & The Jets funciona. ¿Para que cambiarlo? En este nicho de mercado boutique en que estoy he conseguido muy buen equilibrio entre inversión/riesgo/retorno. Tratar de escalarlo supondría romper lo conseguido para intentar jugar en una liga donde sabes que vas a perder. Así que “virgencita que me quede como estoy”.
Pero a menos que haya pasado de moda y yo no me haya enterado, la ‘ley’ del crecimiento permanente sigue siendo una losa que la chepa de toda empresa debe acarrear de por vida…
Cuando algo funciona no lo cambies. Se trata de crecer sin modificar el modelo de negocio. En la vida es importante ser realista y pragmático. Realista para darme cuenta de que competir con uno de los grandes no está a mi alcance. Pragmática para no confundir pasión con negocio. El negocio paga la pasión, al revés no funciona.
 

Eso nos devuelve al principio, al mundo de las ilusiones, del placer de volar, de la adrenalina mientras haces acrobacias entre ‘cumulus humilis’. En la web de Machi & The Jets leo algo sobre que hombres y mujeres pilotan diferente. ¿Realmente es así? “En la forma de volar ves la personalidad de cada uno. Hay pilotos que al aterrizar ‘van a buscar’ la pista y otros que simplemente dejan que el avión se pose, por poner un ejemplo. Creo que las mujeres tenemos una sensibilidad especial para sentir el avión. Porque al avión has de sentirlo. Sentir qué te pide. Anticiparte a lo que te va a pedir. Y estar unido a él en cada movimiento, ser todo uno”.

Guau. Qué viaje.

Fuente: https://www.elmundo.es/yodona/lifestyle/2022/03/23/623b195821efa0ae628b4578.html

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